abril 11, 2010

Ménage à trois

Como todas las noches de los jueves Virginia exhibe las cartas que algunos radioescuchas envían durante la semana. El tema de hoy son los tríos amorosos, y el programa inició con Ely Guerra de fondo y esta carta que envió “el camarada”:

Arriba, como espectadora, la luna inmensa. Abajo, seducidos por los dictámenes del cuerpo, los mortales: ellas dos y yo. Resalta en Una la adicción por ser besada en su cuello y la Otra en la espalda. Las miradas profundas vienen de ambas, con el detalle importante que Unos ojos recién me los presentaron y Otros los encuentro rápidamente porque siempre que los he buscado están ahí, esperando ser mirados.

Una mirada es alegre y provocadora, Otra profunda y cariñosa. Unos labios gruesos y juguetones con mi lengua, los otros húmedos y magnéticos a mi cuello. Aunque lacios y obscuros, los cabellos tratan distinto a mis manos: aquí hay sudor refrescante y allá me fascino con un laberinto de fácil salida, pero en el que disfruto perderme. Un beso es apasionado y cariñoso, todo pasa en cámara lenta, sin prisa por terminarlo. Otro beso es apasionado e inquieto, a veces sin control pero a la vez emocionante, porque no sabemos dónde terminará.

Es toda una sorpresa este ritual: cerrar los ojos y entreabrirlos para venirme a dar cuenta que el lunar se recorrió del hombro izquierdo a la altura del corazón, tan sólo 20 centímetros que hacen toda una diferencia de reacciones sensoriales...abrirlos de nuevo para darme cuenta que nunca se movió, siempre estuvo ahí, esperando ser besado.

Naturalmente, las respuestas varían, Una le da un valor equivalente a un cero izquierdoso si abrazado fuertemente a su cintura le digo que disfruto el momento. En cambio, Otra que está más habituada a mis ritmos, silencios y bemoles, entiende muy claramente que ese apretón es un sigue, pero no por mucho tiempo, que un cambio de postura significa quita tu lengua de mi cuello, y que mis dos manos perdidas, como buscando algo en su cabello, es señal inequívoca de que podría disfrutar eternamente de ese instante que se llena de su olor y su figura.

Aunque apasionadas las dos hay una diferencia sustancial: Otra marcó mi pasión y Una pone nuevos tonos a la melodía que desde ayer pasó a ser de dos.

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